jueves, 19 de diciembre de 2013

De cómo la noche, una aguja y lana te hacen pensar

Esta noche, mientras tejía los adornos de navidad me he dado cuenta de una cosa. En verdad no se teje o crochetea. En verdad es una lucha con la lana. La retuerces y la estiras hasta que le sacas un punto. Y ya has terminado. Y vuelves a empezar. La enganchas, la enredas y ya tienes otro punto. Así, arrancando punto a punto, es como se obtienen los tejidos. Una sucesión de luchas que a base de derrotas y triunfos va tomando forma entre las manos. Hay veces que la derrota puede contigo, y te enfadas y hasta tiras la lana que te ha hecho sufrir. Pero cuando triunfas y el hilo toma forma y se rinde a tus deseos el fruto de la guerra de la hebra y de tus manos es un orgullo.

Haciendo experimentos con mi aguja de madera
Haciendo experimentos con mi aguja de madera

 En una sociedad de lo prefabricado y prediseñado es normal que triunfen los antiguos hábitos. El tan llamado DIY ("do it yourself") se abre paso con originalidad volviendo a la personalización y al orgullo de la producción propia.

Primera hornada de adornos
Primera hornada de adornos

Primera hornada de adornos
Primera hornada de adornos


 Y en eso estoy, porque quiero que la frialdad de los espumillones de colores chillones se transformen en la calidez de la lana, alguna que me llega de los tiempos de mi abuela, de lo que le quedó sin hacer. Y yo siempre pienso "¡si me viera ahora tejiendo!"


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